La
Cilindra
![]() |
Se hizo amiga de todos: de los
soldados, de las soldaderas y hasta del cabecilla. Todos le tenían cariño.
Por flaca, por encanijada, la
llamaron La Cilindra. Siempre fiel, siempre alerta, como buena revolucionaria;
en su hoja de servicios tenía anotada más de una acción de armas en la que tomó
parte tan activa como los hombres, como las mujeres. Nunca conoció el miedo y
ante el enemigo se ponía furiosa, tan furiosa que hubiera sido difícil vencerla
a ella sola. Después de los combates se le oía aullar por las noches en el
campo abandonado. Cuando un soldado enfermaba era la Cilindra su mejor
compañera, y nunca se le pudo acusar de traición.
Una vez el cabecilla, aquel
hombre de bronce, recio, altanero, bueno, estuvo a punto de saldar sus cuentas
con la vida. Los mosquitos de tierra caliente son malos. Cogió una fiebre
palúdica que lo tumbo por mucho tiempo. Y allá estuvo la Cilindra con él, sin
comer, sin beber, perdidos en una de las cuevas del cerro... Y fue la pobre
Cilindra quien una noche en que el cabecilla agonizaba, llegó hasta el plan y
buscó a los soldados, y los llevó al lugar en donde el jefe se estaba muriendo.
Ellos le trajeron médico y agua. En poco tiempo estuvo sano. Sólo entonces lo
abandonó la Cilindra.
Al pasar por Churumuco tuvo
amores con el Capulín, un perrazo negro. Al poco tiempo tuvo también familia:
dos cachorros pequeñitos y pardos que por desgracia nacieron en el cuarto de
Juan Lanas.
La mujer de Juan, doña Juana la
Marota, era larga, fea, mala. Una noche cogió a los cachorritos y se fue rumbo
al río. Cilindra corrió tras ella. Llegaron al puente. El río, abajo, era una
fuga de aguas turbias. Y los arrojó al fondo, con el mismo desprecio que
arrojara un saco de basura. Por fortuna, allí estaba Juan Lanas. Se echó la
Cilindra al río y tras ella se tiró también Juan. El agua los arrastró lejos,
pero luego salieron los cuatro a la orilla.
Volvieron al cuarto y no fue
paliza la que Juan le puso a su Marota. Desde entonces la Cilindra tenía una
estimación particular por aquel Juan Lanas, que era borracho y bueno.
Pero era también traidor. Su
misma mujer vino a contarlo. Y lo encontraron en la madrugada, atravesando el
llano, con el fusil al hombro y las cananas terciadas, caminando rumbo al campo
enemigo.
-Que lo truenen- dijo el
cabecilla.
Y le formaron su cuadro. Todos
callados, frente a él preparan sus armas. El comandante ordenó:
-¡ Apuuuuunten ¡
Y todos levantaron sus carabinas.
Iba a pronunciar la palabra “fuego”, cuando a los pies de Juan Lanas se oyó un
aullido lastimero, sobrehumano, largo, que hizo a los soldados estremecerse y
bajar sus armas: a los pies del traidor estaba la Cilindra, con sus ojos
amarillos y largos, de mirada húmeda. Arrastrándola lograron retirarla. Volvió
el comandante a dar órdenes, y cuando estaban ya las armas levantadas, listas
para lanzar su escupitajo de acero, volvió a escucharse a los pies de Juan
Lanas el aullido largo, que ponía los pelos de punta. A pesar de que el
comandante dio la voz de “¡fuego!”, no se disparó un solo cartucho. Nadie se
hubiera atrevido a herirla: era la amiga, la única amiga leal de toda la tropa.
Y se repitió la escena dos, tres,
cuatro veces. Por la fuerza quisieron alejarla: imposible. Si parecía estar
rabiosa. No fueron pocos los mordiscos que propinó esa mañana a los soldados.
Se había convertido en la enemiga de todos y, sin embargo, nadie se hubiera
atrevido a hacerle daño.
-Tate quieta Cilindra- le decía
Juan Lanas con voz ronca, amarga. Vete. ¿No ves que estos demonios acabarán por
matarte? Déjame solito un rato. Pero ella seguía echada a sus pies, con los
ojos húmedos y largos.
Ya por la tarde llegó el
cabecilla. Él mismo fue hasta el barranco donde estaban fusilando a Juan Lanas.
Al verlo llegar la Cilindra, mostrándole sus diente, le lanzó una mirada
húmeda, de rabia y de ternura, de venganza, de súplica y de reto. Nuca supo el
cabecilla por qué aquella mirada se le clavó tan hondo... los ojos amarillos
eran más que humanos. Estaba en ellos toda la angustia de la gleba que pedía
justicia, que lloraba, que sufría en silencio a veces y amenazaba con
destruirlo todo.
-Que traigan a la Marota- dijo.
Cuando llegó la Marota, la mujer
que traicionó a Juan Lanas, con voz ahogada dijo el cabecilla:
-¡mira Marota, así defienden las
perras a sus hombres!
Por eso cuando una bala dejó a la
Cilindra tiesa en el campo de batalla, todos lloraron, todos se sintieron
solos. Ellos mismos la enterraron en el cementerio nuevo, en una fosa que cavó
Juan Lanas. Y hubo toques de clarín, y tambores velados, y todos los honores
militares que se hacen al más querido de los jefes caídos en el campo de
batalla, bajo la lluvia absurda de las balas.
PREGUNTAS
51.
La expresión cogió una fiebre palúdica que lo tumbo por mucho tiempo, quiere
decir que:
D) Estuvo a punto de morir por una
enfermedad peligrosa.
52. Los hechos narrados en esta
historia suceden en:
C) La época revolucionaria en pueblos,
llanos y barrancas de México
53. El cabecilla ordena que lleven a
la marota al lugar donde van a fusilar a Juan Lanas, porque:
A) Es una lección de lealtad que desea
que viva esa mujer
54. Las características de la larga y
fea pertenecen a la:
C) Marota
55. ¿Cuál es el enunciado que
representa el contenido del siguiente fragmento del cuento?
“… aquel hombre de bronce,
recio, altanero, bueno, estuvo a punto de saldar sus cuentas con la vida…”
B) Ese individuo tostado
por el sol, fuerte, digno, y bonachón, estaba por morir
56. ¿Cuál es la acción
principal de los párrafos 12 y 13?
A) La intención inútil de
aislar a la Cilindra de Juan
57. La Cilindra
defendió a Juan Lanas cuando lo querían
fusilar porque…
D) Le ayudo a rescatar a
sus cachorros
58. De las siguientes
acciones, ¿Cuáles realizo la Cilindra?
A) 1,2 y 5
59. La autora del texto
establece un contraste entre la Cilindra y la Marota, porque…
A) Elimina los aspectos
superfluos de la narración para sorprender al lector evidenciando el carácter
noble de la mujer frente a la perra
60. La metáfora “
escupitajo de acero” en el párrafo 11 significa:
A) Disparar las balas
61. La autara desea llevar
al lector al goce estético de la historia, para la cual que relaciona las
acciones de la siguente manera:
D) Inicia con la inclusión
del personaje principal, sigue con descripciones de ese mismo personaje, para
concluir con su muerte
62. con base en el texto,
identifique el nudo que determina el desenlace de la historia.
D) Al verlo llegar, la
cilindra mostrándoles sus dientes, le lanzó una mirada humedad, de rabia y de
ternura, de venganza, de suplica y de reto.
63. ¿Qué recursos
discursivos del cuento se toman en consideración en la reseña?
A) Descripcion de la
historia y objetivo
64. Una acción que
corresponde con las caracteristicas psicológicas de la marota es:
A) Vengarse de Juan Lanas
por sus malos tratos
65. ¿Cuál es el tema
central del texto?
B) La lealtad hacia los
amigos

No hay comentarios.:
Publicar un comentario