La
Carta de una Suicida
Un
día nublado, perfecto para una muerte. La mía. Ya no sé qué hacer con mi vida,
sé que debo ser fuerte, que la vida solo te pone pruebas que puedes superar
pero no puedo superar esto, no lo que me acaba de pasar.
A
pesar de que las alturas me dan miedo no encuentro una mejor opción que esta,
tirarme de este puente. Soy una cobarde por no poder superar esto pero ¿Qué
chica puede superar una violación? Creo que ninguna. No creo que importe mucho
mi nombre pero si alguien encuentra esta carta algún día quizá se pregunte
quien fui yo, quien esta cobarde que se quitó la vida sin más.
No
quiero que me recuerden así, o que me conozcas así tú que lees esto, pero no
quiero mentir, así que te diré mi nombre. Me llamo Jean. Tengo 17 años, me
encanta leer porque es de la única forma en la que puedo desaparecer del mundo,
soy divertida en las fiestas de mis amigos, alegre en las reuniones familiares
y también soy un poco sentimental cuando veo la película que más amo por muchas
veces que la haya visto. Recuérdame así, por favor.
Quizá
estés pensando “¡Dios! Hay más chicas que pasaron por lo mismo y que han salido
adelante, no seas patética” Pero si me dejaras contarte lo que en realidad paso
quizá pienses otra cosa.
*Era
lunes, un día soleado pues la primera acababa de comenzar, la temperatura subía
cada vez más, mi madre me había dejado en la entrada, beso mi frente más por
obligación que por cariño y se marchó con mi hermano pequeño en el asiento de
atrás, le dije adiós con la mono y el hizo lo mismo. Llevaba mi suéter amarrado
a la cintura pues el calor era tan intenso que si me lo pondría seguramente
sudaría demasiado y no quería eso.
Al
llegar al salón todos me miraron pero no le dieron importancia pues estaban con
la típica chica popular, Katherine. Nunca había hablado con ella a pesar de
estar siempre en el mismo salón, solo la vez que me pidió la tarea en primaria,
no se la pase porque no la tenía, ella creyó que sí y me llamo “Mentirosa” sin
embargo, no le di explicaciones, me molesto bastante su comentario.
Me
senté al lado de mi única amiga, Alicia, la conocí desde el segundo año de
preparatoria, cuando se cambió de la escuela pues su mamá se dio cuenta que
tenía un novio y sus padres son demasiado estrictos. Inclusive tengo que ser
demasiado educada cuando voy a casa de Alicia, si no, no podría ser su amiga.
-¿Ya
te invitaron?- me dijo.
-¿A
dónde?- respondí.
-Daniel organizo una fiesta por su cumpleaños y nos invitó
a todos por red social.- me mostro su móvil, mire a los invitados y casi toda
la escuela estaba ahí, claro solo a mi podría gustarme el chico más popular de
todos.
Saque el móvil de mi mochila, mire mis notificaciones y
nada. Ni una invitación o algo de ninguna fiesta, no puedo creerlo, no me
invito. Bueno, no esperaría que lo hiciera, en realidad creo que le gustan más las chicas como él, como
Katherine.
Agache la mirada, y sentí la mamo de Alicia en la espalda.
-Tranquila, yo no iré, mis padres jamás lo permitirían pero
si quieres podemos ver películas en mi casa ese día.- murmuró.
-Seria perfec…- comencé, pero una voz me interrumpió.
-Jean, hola.- era Daniel.
Le sonreí, sentí como el rubor recorría toda mi cara. Con
él solo había hablado un par de veces, es tan lindo.
-Hola, Alicia.- saludo.
-Hola, Daniel.- le respondió mi amiga, con una sonrisa de
burla por mi sonrojo.
-Jean, ¿tienes un minuto?- me pregunto aquel chico de ojos
azules. Alicia, tomo sus cosas y se marchó, Daniel se sentó al lado mío, mis
nervios iban en aumento, no sabía qué hacer.- Escucha, mi cumpleaños es el
próximo fin, y organice una fiesta… y pues me gustaría que asistieras.- dijo, y
me dio una linda sonrisa.
¡No podía creerlo! Estaba explotando por dentro, mi amor
platónico me había invitado en persona a su fiesta, no había invitado a nadie
en persona más que a mí.
-Ah… este… claro, me encantaría.- tartamudeé.
-Fantástico.- murmuro.- Tengo que irme a clases, te veo
luego.
Asentí, besó mi mejilla y se marchó. Me quede atontada por
ese beso, lo seguí con la mirada hasta que salió del salón. Suspire, y note que
Katherine me estaba mirando con demasiado odio, se le notaba por como apretaba
sus puños y le temblaba ligeramente el labio inferior.
Cuando Alice volvió le conté lo sucedido, ella hacía gestos
de sorpresa y al terminar de contarle abrió los ojos más de lo normal. Ella
dijo algo así como “Sé que en el fondo le gustas, es más que obvio.” Pero no le
creí, no me sentía con la belleza suficiente para gustarle a alguien como
Daniel, el tan guapo, con unos ojos perfectos de un azul claro, además, cientos
de chicas más lindas que yo desearían tener una cita con él.
Tome el autobús escolar, me coloque los audífonos para no
aburrirme en el transporte, pues por Alicia pasaba su padre a la salida,
incluso llegaba diez minutos antes para que no se fuera a ninguna parte.
Llegue a casa, podía sentir ese vacío que siempre está
presente, la falta de calidez que debe de haber en una casa, el amor que tiene
que fluir en el aire, solo podría percibir un frio que me invade desde que
llego a casa hace unos meses. Mi padre falleció hace casi un año, mi madre dice
que es mi culpa pero yo jamás quise que mi padre muriera en aquel accidente de
auto. Era noche, yo había ido a casa de una compañera para realizar un trabajo
en equipo, estaba lloviendo y mi padre iría a recogerme, cuando estuve a punto
de marcar a su móvil para saber el motivo de su tardanza y si llegaría pronto
recibí una llamada, mi madre me informaba que a mi padre se había impactado
contra un camión de carga a poco kilómetros de la casa de mi compañera, ese día
me quería morir con él, sin embargo tenía que darle apoyo a mi madre, y cuidar
a mi hermano, James.
Desde aquel día mi madre ya no es la misma, me odia,
siempre me dice fue mi culpa, pero no lo fue. Sé que esta dolida, pero la
necesito, necesito que me escuche sin embargo es muy distante, llegara en unos
minutos con mi hermano del preescolar, comerá, me dirá que cuide bien a James,
y se ira de nuevo a su empleo, después volverá hasta tarde y será igual al día
siguiente.
Subí a mi habitación a darme un baño y adelantar mis
deberes para dedicar mi tarde a mi hermano. Cuando estaba a media tarea vibro
mi móvil pero no le di importancia, necesitaba terminar.
-¡Jean!- grito mi hermano al llegar a casa.
Baje a la sala y lo abracé. Mi madre dejo la mochila y su
maletín en el sofá, paso a mi lado sin saludarme y dejo una bolsa con comida
que había comprado en la mesa. Lleve a James a la mesa, y tome mi plato de
comida.
-Mamá, ¿podrías darme permiso de ir a una fiesta?- pregunte
al ver que ella casi terminaba de comer.
Ella solo asintió.
-¿De verdad?- la mire incrédula.- ¿No quieres saber a dónde
voy?
-No.-respondió tan indiferente.- Puedes ir, me iré al
trabajo, cuida bien de tu hermano.- dijo eso y se marchó.
Una lagrima rodo por mi mejilla, tenía tanto coraje porque
ella fuera así conmigo. ¡Joder, yo no tuve la culpa!
Espere a que terminara de comer James, tome el móvil y
tenía un mensaje de un desconocido.
“Hola, linda. Soy Daniel”
Me emocione mucho, y le platique a mi hermano que no me
puso atención, le platique todo de él. Después le marque a Alicia y le conté
sobre el mensaje, ella grito conmigo, nos emocionamos y demás, luego escuche
como sus padres la regañaban pues según ellos una señorita decente no debe de
comportarse de esa forma, pero seguimos gritando luego de eso.
Se llegó el fin de
semana, Alicia no podría ir pues no la habían dejado, así que solo iría yo. Mi
madre no estaba, había ido a casa de su hermana con James, me dijo que no tenía
ganas de llevarme y que mejor me dejaba dinero en la mesa para que tomara un
taxi.
Decidí ponerme un
vestido corto negro, algo pegado al cuerpo pero no lo suficiente sino no me
sentiría cómoda; unos zapatos altos plateados, un lindo collar del mismo color
y deje mi cabello suelto, me maquille solo un poco, tome mi bolso y salí.
Estaba muy nerviosa por dos cosas, la primera: me daba
demasiado miedo ir sola en un automóvil, a un lugar algo lejos con un hombre al
que no conocía. Y la segunda: estaba a punto de ir a la casa del niño que más
me ha gustado. Tome un taxi de sitio, le di la dirección y nos marchamos, el
señor me dio bastante confianza pues me iba platicando de su vida como todo
buen taxista.
Sinceramente el lugar donde vivía Daniel no me daba mucha
confianza, la colonia estaba oscura, y estaba muy sola, logre ver su casa desde
un poco antes de llegar, la música se escuchaba hasta afuera, había varios
carros estacionados afuera y algunos chicos también.
Le pague al señor de taxi por sus servicios y baje, salude
a cuantos chicos conocía y otros más me saludaban a mí. No veía por ninguna
parte al único chico que quería saludar, quizá estuviera en el patio trasero
con sus amigos. Salí al patio trasero y en efecto, él estaba ahí, tan apuesto
como el primer día que lo vi, estaba charlando con sus amigos y una que otra
chica estaba a su alrededor.
Él se giró hacia la puerta, me miro ahí y me sonrió, yo me
sonroje pero también le sonreí. De repente mi corazón se aceleró a mil por
hora, mis nervios aumentaban más a cada paso que daba, se estaba acercando a
mí, mis manos comenzaron a sudar, di un largo suspiro y también avance hasta
él.
-¡Wow! Jean, te ves increíble.- me miro de arriba abajo,
tomo mi mano y me dio una vuelta.
-Gracias, tú también te ves muy bien.-dije, y esa era la
verdad.- Felicidades por tu cumpleaños, te traje un presente.
Saque de mi bolso una linda caja de terciopelo negro que
contenía un reloj, no sabía que darle así que fui al centro comercial, lo vi y
me gusto.
-¡Esta increíble! Que linda, gracias.- me abrazo.
Al sentir su contacto cerré los ojos para disfrutar mejor
del momento y respondí a su abrazo. Al apartarse de mi lado dejo un beso en mi
mejilla y me sonroje aún más.
-No es na…nada.- tartamudeé.
-¿Quieres poco de refresco, quizá?- dijo señalando el
interior de su casa.
-Un poco de refresco está bien.- le dije.
Daniel soltó una pequeña carcajada y fuimos a servirnos
refresco. Estuvimos juntos toda la noche, él no me dejo sola ni un momento, me
presento con todos sus amigos y se portó de lo más lindo conmigo, siempre había
sido de lo más lindo conmigo pero ahora se le nota mucho más. Platicamos una
cuantas horas, me conto sobre lo que quería hacer en su vida, quería ser un
gran arquitecto, no depender de nadie y quizá tener una familia, creo que lo
que la mayoría quiere ¿No? Una familia y un futuro feliz.
-¿Te gustaría bailar?- me pregunto mientras señalaba la
pista de baile.
Yo asentí y él extendió su mano, yo gustosa la tome y
avanzamos al centro de la pista donde varias parejas ya bailaban, esto parecía
ser un sueño. Creo que a partir de hoy este será uno de los mejores días de
toda mi vida. Bailamos por un largo rato, sin mencionar palabra alguna y en
ocasiones tarareábamos el sonido de una canción.
-Jean…- murmuró.
-¿Si?- dije, mi cabeza estaba recargada en su hombro.
-Eres una chica muy linda, perdona mi atrevimiento pero… me
gustas.- suspiró.
¡Dios! No puedo creer lo que acaba de decir. ¿Es en serio?
No puede ser, jamás creí que yo le podría gustar a mi amor platónico, creí que
para él yo era una chica más, alguien equis que ni siquiera era considerada una
amiga, pero no. Quería explotar de la felicidad, en mi interior sentía
mariposas, sentía algo inexplicable, simplemente no lo podía creer.
-¿Qué dijiste?- lo mire atónita.
-Me gustas, Jean, y me gustaría que nos tratáramos mas.- me
sonrió.
Yo le sonreí, asentí y él me abrazo levantándome del suelo.
Coloco un mechón detrás de mí oreja y me beso. ¡Súper mágico! Me dijo que tenía
que ir a su habitación por unas cosas. Me quede en el jardín, estaba sentada en
una banca y en eso se me acerco Katherine.
-Sé lo que te dijo Daniel, pero no le creas.- me dijo de la
nada.
-¿Disculpa?- le dije, estaba algo impactada por lo que
había dicho.
-Que no le creas, en realidad él y yo somos novios.-
asintió.
-No te creo.- la fulmine con la mirada y use un tono de voz
potente.
-Bueno, pero luego no digas que no te lo dije.- se levantó
y entro a la casa.
Me quede pensando en lo que había dicho, no sabía si
creerle o no, pero no me dio más tiempo de pensar ya que en ese momento llego
Daniel. Seguimos platicando hasta que su hermana mayor se acercó y le dijo que
ya sería una buena hora de partir el pastel, él asintió y entramo a la casa.
Todos cantamos las mañanitas y mi chico soplo las velas, imagino que antes
pidió un deseo. Aplaudimos y muchos le dieron un abrazo, incluyéndome.
-¡Oigan!-grito Katherine desde arriba de una silla.- Quiero
informarle a todos que Daniel y yo ya somos oficialmente una pareja.- se bajó
de la silla y beso a Daniel en los labios.
Era cierto.
Mis ojos se humedecieron de inmediato, mire las caras de
los demás y todos lo miraban con caras felices. Aparte a todos de mi camino y
salí de la casa de Daniel, las lágrimas recorrían mis mejillas, lo que antes
era una enorme felicidad ahora era un gran vacío de tristeza. Me creí por un
momento las palabras bonitas de un chico al que consigue a la niña que quiere
con solo tronar los dejos, maldita sea.
Corrí por las calles sin saber a dónde ir, todo estaba solo
y tan oscuro, al parecer la gente de por aquí no acostumbra salir tan tarde,
solo había una tienda abierta a unas casas de donde yo estaba, no sé dónde
estaba pero caminaría hasta conseguir un taxi.
Escuche a Daniel gritarme detrás de mí no quería voltear,
me había destrozado la pequeña ilusión que me había hecho.
-Jean, espera.- me grito.
Me detuve un momento, mis piernas temblaban al igual que
mis labios, estaba bastante enojada.
-Gracias por detenerte, escucha, eso no fue cierto.- dijo
limpiando mis lágrimas.- Jamás andaría con ella, solo me gustas tú.
-Pero ella dijo que...- comencé.
-Sé lo que dijo ella, pero no fue cierto. Y él beso, no le respondí.-
murmuró.
-Me dolió demasiado verte así con ella.- le dije.
-Me imagino, pero todo fue una mentira de esa maldita. Ya
le pedí que se fuera, regresemos por favor.- me abrazo.
Respondí a su abrazo y asentí mordiendo mi labio inferior.
Entrelazamos nuestras manos y antes de que dieras la vuelta a la esquina un
hombre de barba larga, mal vestido, sus ojos amarillos y sus ojos rojos que me
decían que se había drogado antes se acercó a nosotros.
-Hola.- murmuro.
-Vámonos, Jean.- me dijo Daniel. Apreté su mano un poco.
El hombre coloco su mano en el hombre de mi chico
provocando que se detuviera y yo igual.
-Escuche, señor, no tenemos dinero.- le dijo Daniel de una
manera bastante tranquila, y poniéndome detrás de él. Estaba demasiado
asustada.
-¿No? Bueno, no importa, tu amiga es muy bella.- paso la
lengua por sus labios.
-¡Jean, corre!-
grito Daniel.
Soltó mi mano y corrí pero me detuve al escuchar un grito
desgarrador, me gire sobre los talones y mire como aquel hombre sacaba una
navaja del abdomen de Daniel, él cayó de rodillas sobre el suelo con las manos
sobre la herida y luego caía por completo sobre el suelo. Estaba atónita, no
sabía qué hacer, verlo caer ahí sin más me dejo sin palabras, no podía moverme.
El hombre me tomo de los hombros y tapo mi boca con sus
manos, yo intente patalear pero me dio un golpe en la cabeza dejándome
inconsciente en el suelo, lo último que vi fue la cara Daniel, con sus ojos
cerrados... *
Ya sabrás lo que paso después, yo desperté en un hospital y
ahí fue donde me entere que fui abusada de manera brutal. El hombre logro
escapar, pero ahora lo busca la policía.
Daniel murió camino al hospital pues había perdido mucha
sangre.
La hermana de Daniel nos encontró luego de que notara que
no llegábamos a la fiesta. Al saber todo eso entre en shock, no sabía cómo
reaccionar ni que decir, mi madre jamás entro a la habitación para verme aunque
estaba fuera. Luego de unas horas empecé a destrozar toda la habitación,
tuvieron que darme varios calmantes para lograr tranquilizarme.
Al llegar a casa mi madre me corrió, dijo que era la peor
hija del mundo, parte de tonta por salir sola en una calle oscura, y por la
muerte de mi padre.
Llegue a casa de Alicia, pero hoy me he salido de ella,
tenía que recoger los estudios que me habían hecho en hospital y esa es otra
razón para estar aquí a punto de tirarme de un puente. Me da demasiado asco,
asco de que me hayan tocado sin permiso, y asco de que el sujeto me haya
contagiado de un infección de transmisión sexual, no te diré cual pues no quiero
que me imagines de esa manera.
¿Ahora entiendes? Estoy aquí porque creo que no poder vivir
con esto. Ahora me doy cuenta de que aparte de cobarde, fui una tonta. Quizá si
no le hubiera creído a Katherine no hubiera salido corriendo, yo seguiría con
mi vida como hasta hace unos días, Daniel seguiría vivo y por lógica la
historia seria otra. Creí en ella por mi autoestima tan baja, por no creer que
yo podía gustarle a alguien tan especial, ahora si estoy convencida que no le
gustare nadie, todo eso no hubiera sido así, pero bueno, el hubiera ya no
existe.
Me gustaría que tú que estás leyendo esto me recuerdes como
ya te había dicho, quitando lo sucedido en mi vida, piensa que ahora estaré con
mi padre donde se supone que no hay dolor, espero que el si me comprenda,
también podre pedirle perdón a Daniel por provocar su muerte aunque yo no
hubiera querido.
Sé que quizá odias a mi madre por ser tan cruel, pero, si
yo no la odio no me gustaría que tú sí. Es mi madre y la amo pesar de todo,
solo espero que si se entera de lo que he hecho hoy no me odie más, si es que
se puede.
Dile a James que lo amo, que lamento dejarlo pero no puedo
con esta vida, simplemente no puedo y no me gustaría que el creciera y me
mirara raro, aunque sé que no será así con nadie, que será un ángel y yo
prometo cuidarlo desde el cielo.
Alicia, ella, solo te diré que espero siga siendo feliz,
que se consiga otra amiga y que sepa que es demasiado especial para mí, que
gracias por su apoyo y lamento haberme escapado de casa.
¿Sabes? Justo ahora estoy sentada en el puente, donde pasan todas las personas y todas, sin
excepción me miran como bicho raro, eso me da un poco de gracia, eso es bueno,
moriré un poco feliz.
Quiero decirte algo más, espero que tu vida sea una de las
mejores que puedan existir, que todos tu sueños se cumplan, que alcances todas
tu metas y que no te pase nada malo, sé que eres una buena persona porque si
has llegado hasta aquí es porque te importo mi historia y eso se agradece
porque cualquier otro hubiera tirado esta carta sin darle importancia ¿no?
Sin conocerte, te quiero y te deseo la mejor de las
suertes.
Tranquilo, no vendré a “jalarte los pies” en la noche, no,
yo no podría hacerte eso.
Gracias por escucharme, nadie sabe esto que me paso, ni
siquiera se lo conté a mi mejor amiga porque el simple recuerdo me hace llorar,
quizá haya personas que conozcan partes de la historia pero no se la saben
completa.
Ahora me voy, dejo esta vida para ir a un lugar mejor,
también quizá me vaya al infierno por pecadora, y si me voy ya no importa, créeme
que lo que siento ahora no será nada comparado con ese lugar.
Que no se te olvide, recuérdame como una chica feliz, con
una vida única.
Disculpa las marcas de lágrimas que tendrá la hoja cuando
se sequen, pero puedo evitarlo.
Un favor, cuando termines de leer quema esto, no quiero que
nadie más lea esto, las palabras de una cobarde, la historia de una tonta… la
carta de una suicida…
Alejandra Diaz Barrera